Disruption
La disrupción, motor de crecimiento a largo plazo
Wesley Lebeau, Subdirector - Acciones temáticas globales en CPRAM, habla sobre el papel de las nuevas tecnologías en la creación de valor para los inversores. Hace hincapié en la necesidad de centrarse en el ecosistema global de la disrupción en lugar de un sector en particular para beneficiarse de este fenómeno de manera sostenible.
Publiado el 29 marzo 2023
¿La inteligencia artificial, la cadena de bloques, la robótica, la ciberseguridad... son portadoras de valor para los inversores?
En los últimos años, hemos visto un creciente apetito de los inversores por fondos muy enfocados en una tecnología en particular: la robótica, la inteligencia artificial, el "big data" o, por supuesto, la biotecnología. Los inversores naturalmente se sentían atraídos hacia estos valores que ofrecen buenos rendimientos, pero nos pareció que los fondos de este tipo tenían un objetivo demasiado estrecho y un universo de inversión demasiado limitado.
Hemos observado atentamente estos diversos mono-temas, preguntándonos qué abarcan. Su punto en común es ser portadores de una innovación disruptiva que puede afectar a muchos sectores. Por lo tanto, hemos elegido esta amplia temática de la disrupción como nuestra nueva estrategia financiera: no es algo sacado de la manga de un mago, sino el resultado del análisis de lo que consideramos una tendencia a largo plazo. Una vez identificada, esta tendencia estructural debería generar un crecimiento a largo plazo y crear oportunidades de inversión duraderas de las que queremos beneficiarnos.
¿Cómo se define la disrupción?
Se habla de la disrupción de un mercado cuando llega a ese mercado un nuevo producto o servicio que, ya sea porque es más barato, más simple o más rápido, será capaz de cambiar los códigos de un sector económico completo, de trastornar el orden establecido. Identificaremos como valores disruptivos las acciones de empresas capaces de ser "game changers" en uno o varios mercados. Podemos citar el ejemplo de Amazon, que desempeñó un papel de disruptor en un mercado existente, la distribución, al convertirse en el mayor minorista en línea del mundo, pero también en la forma de almacenar datos a través de la nube, un nuevo mercado, al lanzar su división "Amazon web services".
¿La disrupción, un fenómeno que las empresas deberían anticipar?
En cada movimiento de disrupción, hay obviamente disruptores... y disruptados, tanto en el sector directamente afectado como en los sectores relacionados. No todos los actores establecidos saben reinventarse y corren el riesgo de desaparecer. Por ejemplo, el cambio de la fotografía analógica a la fotografía digital afectó no solo a los fabricantes de cámaras, sino también a los proveedores de películas o productos químicos y, por supuesto, a los servicios de revelado de fotos. Incluso entre los actores "centrales" del sector, se ha visto que Canon y Nikon supieron negociar la transición, mientras que Kodak, a pesar de su antigüedad, reconocimiento y gran cuota de mercado, fue víctima de la disrupción, lo que lo llevó a la quiebra. De la misma manera, la posición dominante de Nokia en los dispositivos móviles en la década de 2000 no lo protegió por mucho tiempo cuando ocurrió la disrupción del smartphone, con la llegada del iPhone de Apple.
¿Cómo, como inversor, entender este fenómeno de la disrupción y aprovecharlo?
Hay varias formas de ver las cosas y es importante tener en cuenta que la disrupción no es un fenómeno lineal, sino evolutivo. Tomemos como ejemplo el mercado de servicios de telecomunicaciones en Francia. La llegada de Iliad y su marca Free tuvo un impacto muy disruptivo en el actor histórico del mercado, France Télécom. Desde entonces, este último ha cambiado su nombre a Orange, una marca que adquirió, y comienza a actuar como un disruptor atacando otros mercados en los que no se le habría imaginado hace 10 años: la banca, con el lanzamiento de Orangebank, y también la salud, a través de su filial Orange Healthcare.
Un primer enfoque de inversión en la disrupción es optar por actores consolidados que ya han logrado ocupar una posición dominante en un mercado que han atacado. En esta categoría, se pueden mencionar actores estadounidenses muy destacados, como Amazon o Alphabet (la empresa matriz de Google).
Un segundo enfoque de inversión es optar por disruptores más emergentes, a menudo más jóvenes y menos sólidos, como podría ser Tesla, por ejemplo. Ofrecen un perfil de riesgo diferente, a menudo más volátil. Pero no olvidemos que dichos actores también pueden ser objetivos de operaciones de fusiones y adquisiciones. Por último, se puede invertir en actores históricos que se reorientarán hacia actividades más disruptivas.
Por ejemplo, Umicore, que históricamente fue un grupo minero, se ha reinventado por completo, especialmente a través de la adquisición de la división de metales preciosos de la empresa alemana Degussa en 2003, y se ha convertido en un actor importante en la tecnología de materiales, especialmente para la producción de células solares o baterías de calidad. Por lo tanto, puede ser un actor clave en el movimiento disruptivo que representa la transformación del sector automotriz hacia el vehículo eléctrico.
¿Cómo conciliar el largo plazo con la disrupción, que puede generar rupturas económicas?
En realidad, si la disrupción no hace más que crecer y acelerarse, no es un fenómeno nuevo. El paso de la carroza a la máquina de vapor y al automóvil fue, obviamente, muy disruptivo. Y el sindicato de cocheros se oponía, de hecho, a la llegada de los ferrocarriles. La diferencia quizás hoy en día es que el número de sectores afectados aumenta: la economía digital sigue siendo por el momento el primer sector, pero también buscamos oportunidades en la industria 4.0, el medio ambiente o la salud (inmunoterapia, en particular). El hecho mismo de enfocar nuestra estrategia en el ecosistema global de la disrupción en lugar de un sector en particular nos permitirá beneficiarnos de este fenómeno tanto ahora como dentro de 10 años. Esto contribuye a la solidez de nuestra estrategia, aunque los sesgos sectoriales pueden variar considerablemente con el tiempo, dependiendo de los sectores sujetos a movimientos disruptivos.