Retos demográficos y sociales

De China a la India, el relevo demográfico

En 2023, asistimos a un acontecimiento demográfico histórico: India se convirtió en el país más poblado del mundo, título que había ostentado China desde hacía varios siglos. La población combinada de estos dos gigantes roza actualmente los 3.000 millones de habitantes, es decir, más de un tercio de la población mundial. Su dinámica demográfica tiene un impacto importante en el conjunto del planeta. Sin embargo, los dos países están siguiendo trayectorias opuestas, y esto es lo que vamos a detallar en este texto. 

Publicado el 07 junio 2024

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Jean-Thomas Heissat
Strategist - CPRAM

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La población de China está disminuyendo, y eso es solo el principio...

Un dato alarmante: la población de China disminuyó por segundo año consecutivo en 2023. Tras haberse reducido ya en 850.000 personas en 2022, la población disminuyó en más de 2 millones en 2023. Aunque el número de defunciones aumenta sistemáticamente acorde con el envejecimiento, este fenómeno se explica sobre todo por la caída del número de nacimientos. En 2023, China registró un nuevo mínimo, con 9 millones de nacimientos, una cifra que se ha reducido a la mitad desde el último máximo de 2016-2017. La tasa de natalidad por cada 1.000 habitantes de China, que ha descendido a un ritmo acelerado en los últimos años, podría caer por debajo de la de Japón por primera vez desde 1950.

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El reciente descenso de nacimientos no es un fenómeno cíclico

Aunque pueden esgrimirse varios factores para explicar esta evolución demográfica, la razón principal es sin duda la introducción por parte de Pekín del control de la natalidad en todo el país en la década de 1970, que puso fin de forma abrupta a la meteórica expansión demográfica que siguió a las grandes hambrunas. 

La política del hijo único no se aplicó oficialmente hasta 1979, pero la caída de la tasa de fertilidad la precedió en gran medida: de más de 6 hijos por mujer en 1970 a 2,73 en 1980. Sin embargo, el control de la natalidad se mantuvo durante varias décadas, con una serie de relajaciones a lo largo de los años: el número máximo de hijos autorizados por pareja se aumentó a 2 en 2016, y después a 3 en 2022. Sin embargo, estos cambios no han propiciado una recuperación de la natalidad china. 

La política del hijo único ha creado importantes distorsiones en la estructura de la población china (siendo la enorme proporción hombre/mujer en China el ejemplo más conocido), que afectarán a su dinámica en las próximas décadas. Junto con las sucesivas oleadas de nacimientos que recuerdan el baby boom de la década de 1960, la dinámica de la pirámide de edad china es un segundo factor que explica la fuerte caída del número de nacimientos en los últimos años. Desde 2013, el número de mujeres en edad fértil no ha dejado de disminuir, a un ritmo medio de 5 millones al año, un fenómeno que, según las previsiones de Naciones Unidas, continuará en las próximas décadas. 

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El envejecimiento de la población china se acelerará rápidamente

    Pero aunque el descenso de los nacimientos es la principal causa del desequilibrio demográfico de China, no es la única. Al mismo tiempo, el país debe hacer frente al envejecimiento de la población, que se está acelerando de facto. El porcentaje de personas mayores de 65 años sigue creciendo y supera ya el 15% de la población total de China. Su número se ha más que duplicado en dos décadas y se espera que supere el nivel de los 400 millones en torno al año 2050 (incluidos 150 millones de mayores de 80 años), para disminuir después.  

      Este rapidísimo aumento del número de «ciudadanos de la tercera edad» constituye un reto sobre todo porque su proporción en la población ya se ha disparado en las últimas décadas. En 2000, la población en edad de trabajar era diez veces superior a la población mayor de 65 años. Esta proporción se había reducido a 5,2 en 2022, y se prevé que caiga por debajo de 2 en 2050. En 2022, la tasa de dependencia de la tercera edad rondaba el 20% de la población activa. Y aunque la diferencia sigue siendo importante comparado con los países de renta alta (donde la tasa media es del 30%), ha disminuido sustancialmente en los últimos años. Más allá de la estructura de la población, este acercamiento se explica en parte por la mejora de las condiciones de vida en China. Simbólicamente, en 2020, la esperanza media de vida al nacer en China superó a la de Estados Unidos por primera vez en la historia reciente.  

        Este rápido envejecimiento de la población china, unido al descenso de la natalidad, plantea riesgos importantes para la segunda economía mundial. Obliga a Pekín a replantearse totalmente su modelo socioeconómico a través de este nuevo prisma. Cuestiones como el aumento de la productividad, el régimen y la financiación de las pensiones y el desarrollo de una silver economy seguirán siendo fundamentales en los próximos años. Las autoridades también han sentado las bases de un plan de calado sobre este último punto, lo que constituye una señal alentadora. 

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          La población del gigante chino está empezando a reducirse, pero esto no es más que el principio, dado el descenso estructural de la tasa de natalidad. Esta tendencia se acelerará en los próximos años y China perderá más de 100 millones de habitantes de aquí a 2050 según la hipótesis media de Naciones Unidas, lo que explica el énfasis en tratar de aumentar la productividad. El aumento masivo del número de «ciudadanos mayores» en los próximos años obligará a China a replantearse a fondo su modelo socioeconómico. 

            India, la nueva potencia demográfica mundial

              Al igual que China, India ha experimentado un crecimiento demográfico muy sostenido desde mediados del siglo XX. Su población se ha duplicado desde 1980, creciendo una media de 17 millones al año. Pero mientras que la población china ya ha empezado a disminuir, Naciones Unidas prevé que la población india seguirá creciendo sin cesar hasta 2065, cuando tocará techo con casi 1.700 millones de habitantes. Más allá de este paso del testigo, veremos que las diferencias entre los dos gigantes asiáticos no son simplemente cuestión de un desfase temporal. Y aunque este «dividendo demográfico» es el principal factor que explica el diferencial de crecimiento económico esperado entre la India y la mayoría de los demás países, no es una conclusión inevitable. 

                Grandes divergencias con la trayectoria de China

                  La India es actualmente el país más poblado del mundo y uno de los principales motores del crecimiento demográfico mundial, pero apenas tiene más cosas en común con China. Los perfiles demográficos de ambos países siguen estando intrínsecamente ligados a características «nacionales» específicas, y la trayectoria prevista en el caso de la India difiere sustancialmente de la de China en varios puntos.

                    Como dato tranquilizador, la evolución demográfica de la India es mucho menos accidentada que la de su vecino. La evolución comparativa de sus tasas de fecundidad en las últimas décadas es, en efecto, sorprendente. Y sin embargo, India también se ha planteado cuestiones de planificación demográfica desde principios de la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, a diferencia de China, la aplicación de políticas menos rápidas y menos coercitivas (pese a haberse realizado millones de esterilizaciones forzosas) ha provocado una inflexión en la trayectoria demográfica del país en lugar de una ruptura repentina. El retraso de la edad del matrimonio y el desplome de la tasa de fecundidad entre las adolescentes son ejemplos de ello. A pesar de ello, hay que señalar que el número de hijos por mujer en la India, que sigue siendo superior a 2, se ha dividido por tres desde los años sesenta. 

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                      Aparte de su dinámica, la estructura de la población india es muy diferente de la china. La mediana de edad era de 28 años en 2023, frente a los 39 de China y los 45 de la UE. El carácter gradual de su transición demográfica permitirá a la India seguir siendo un país joven durante varias décadas (sobre todo comparado con las demás grandes potencias económicas) y, por tanto, mantener una población en edad de trabajar muy elevada. Como cifra emblemática, se espera que la población en edad de trabajar supere los 1.000 millones en los próximos tres años. 

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                        Otra diferencia no menor tiene que ver con la ubicación geográfica del país y, en particular, a la distribución de la población entre la ciudad y el campo. Desde principios de la década de 1990, el crecimiento demográfico de China ha ido acompañado de un éxodo rural masivo: la tasa de urbanización era de alrededor del 20% en 1980, pasó al 60% en 2020 y se espera que ronde el 95% en 2050. En el caso de la India, el crecimiento demográfico ha contribuido sin duda a la expansión urbana, pero no exclusivamente. Se prevé que el número de personas que viven en zonas rurales —actualmente dos tercios de la población del país— siga aumentando hasta 2035, y que después se mantenga cerca de los 900 millones. Aunque la población urbana también está en claro aumento, se prevé que seguirá siendo minoritaria al menos hasta 2050.

                          Hay varias razones que explican esta tendencia. Con casi 475 habitantes/km2, la densidad de población de la India es ya muy elevada, tres veces la de China y 12 veces la de la OCDE en 2021. El nivel de desarrollo económico también es clave y, en particular, la naturaleza del empleo. En India, la mayoría de los puestos de trabajo siguen estando en la agricultura (43%), y el número de personas empleadas en la industria es mucho menor que en China. El mercado laboral también sigue estando muy fragmentado, con más de 250 millones de trabajadores autónomos. Por último, la población india sigue siendo muy heterogénea y la estructura sociofamiliar es menos propicia a los desplazamientos —sobre todo en el caso de las mujeres—, lo que no sucede en China, y ha favorecido la aparición de ciudades dormitorio.

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                            India tendrá que redoblar esfuerzos para preservar su capital demográfico

                              Por lo general, se considera que el crecimiento demográfico es uno de los factores determinantes del crecimiento potencial: por tanto, debería ser un elemento de apoyo para el crecimiento económico indio, mientras que en muchos países ocurrirá lo contrario ocurrirá, en primer lugar en China. Pero para que esta transición demográfica tenga éxito, debe ir acompañada de políticas públicas adecuadas.

                              El Banco Mundial advirtió recientemente de que esta reserva de crecimiento podría ser infraexplotada por una serie de países que experimentan un fuerte crecimiento demográfico, que deberán crear un número considerable de empleos en los próximos años. El desempleo es uno de los puntos débiles de la economía india. Sin embargo, se están haciendo progresos, como resultado de unas políticas económicas que hacen hincapié en el desarrollo de los sectores manufacturero y tecnológico y abogan por una mayor apertura al comercio internacional. Se espera que el desarrollo de la IA cree cerca de un millón de puestos de trabajo en India para 2026. También se ha anunciado una cifra equivalente (pero en 15 años) tras el acuerdo alcanzado con la Asociación Europea de Libre Comercio. 

                              Sin embargo, para que el crecimiento demográfico sea fructífero y garantice un desarrollo económico sostenible, deberá ir acompañado de importantes esfuerzos por parte de los poderes públicos en varios frentes. El primer reto es la educación. En 2022, la tasa de alfabetización de la India era de apenas el 76%, un porcentaje bajo comparado con el de las economías desarrolladas e incluso con el de China (97%). El proceso de urbanización, que se intensificará en los próximos años, es otro factor que cabe tener en cuenta a la hora de replantear la ordenación del territorio, sobre todo por lo que respecta a las cuestiones climáticas. La gestión de los problemas sanitarios es otra de las grandes preocupaciones, algunas de las cuales pueden repercutir en la dinámica demográfica. Se calcula que la contaminación atmosférica ocasiona más de 2 millones de muertes al año en India y reduce la esperanza media de vida de sus habitantes en casi 5 años (¡12 años en el caso de Delhi!). Aparte del aspecto sanitario, el Banco Mundial estima que la contaminación atmosférica tiene un impacto negativo del -0,6% en el PIB indio cada año. Por último, también es crucial continuar la lucha contra la pobreza y reducir las desigualdades, en el sentido más amplio del término. En concreto, India sufre flagrantes disparidades de género, como la tasa de participación femenina, que se sitúa entre las más bajas del mundo: en 2022, era de solo el 28%, la mitad que en Estados Unidos. 

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                                La población de la India seguirá creciendo con fuerza en los próximos años, pero su transición demográfica será muy diferente (menos caótica) que la experimentada por China. Este dinamismo demográfico y la juventud de su población hacen que la India disponga de un importante dividendo demográfico. Pero si la India desea consolidarse como motor del crecimiento económico mundial, primero tendrá que superar una serie de retos para garantizar su desarrollo sostenible a largo plazo. 

                                «Otros países que experimentan un fuerte crecimiento demográfico»

                                En su informe de 2022 sobre las perspectivas demográficas, Naciones Unidas indicaba que más de la mitad del crecimiento de la población mundial de aquí a 2050 correspondería a solo ocho países: la República Democrática del Congo (RDC), Egipto, Etiopía, India, Nigeria, Pakistán, Filipinas y Tanzania. África es claramente el continente donde se espera que la población crezca más en las próximas décadas, ya que según estas previsiones, supondrá el 60% del aumento de la población mundial de aquí a 2050. Se prevé que la RDC experimente el crecimiento más espectacular, ya que su población se duplicará con creces, pasando de 97 a 215 millones de habitantes. Además, la población de Nigeria sería equivalente a la de Estados Unidos en 2050 (unos 375 millones de habitantes), lo que les convertiría ex aequo en el tercer país más poblado del mundo. 

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