Desafíos ambientales

El estrés hídrico otra cuestión prioritaria

2.3 millones de personas viven actualmente en zonas que no disponen de agua suficiente para satisfacer sus necesidades durante todo el año.

Publicado el 03 enero 2024

CPRAM
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El estrés hídrico va a más en todo el planeta, sobre todo como consecuencia del calentamiento global. Además de limitar el acceso de la población al agua potable, el fenómeno está teniendo un fuerte impacto en la agricultura y la seguridad alimentaria, alterando las actividades industriales y poniendo en riesgo la biodiversidad. El resultado es un desafío enorme y polifacético que, para superarse, requerirá la implicación de actores tanto públicos como privados

Aunque pueda parecer ilógico, el agua dulce es un bien relativamente escaso: constituye el 2% del agua de la Tierra (en lagos, ríos, glaciares y humedales), mientras que los océanos y los mares contienen el 97% y las aguas subterráneas el 1%. Esta realidad física debe contraponerse al uso cada vez mayor del agua por parte de los seres humanos en la actualidad. El consumo mundial de agua se multiplicó por seis durante el siglo XX, mientras que la población mundial se triplicó durante ese mismo período1.

Según un informe del Instituto de Recursos Mundiales (WRI)2, 25 países sufren actualmente un estrés hídrico «extremadamente alto», lo que significa que su consumo ha superado en más de un 80% sus recursos hídricos durante más de un mes al año. Aunque Oriente Próximo y el Norte de África son las zonas más afectadas (83% de la población expuesta), hay pocas regiones que no estén amenazadas.
Un informe de WWF3 indica que el estrés hídrico afecta al 20% de Europa y al 30% de la población europea.

Aunque el 70% del agua dulce es utilizada por la agricultura4, las restricciones en el acceso al agua afectan a la productividad de los cultivos y, por tanto, indirectamente, a la seguridad alimentaria.

    Las regiones sometidas a un gran estrés hídrico, como algunas zonas de África y el sur de Asia, sufren drásticas fluctuaciones en la disponibilidad de agua. Esto se traduce en una reducción de las cosechas y en una subida de los precios de los alimentos que, en casos extremos, puede provocar hambrunas.

    El 22% del uso de agua dulce se destina a la industria4. El sector energético, la industria manufacturera, la industria textil, la industria minera... La producción de cada uno de estos sectores con gran intensivo de agua puede verse afectada por la aparición de crisis hídricas.

    El estrés hídrico, un fenómeno multifactorial

    El estrés hídrico resulta de una combinación de factores, entre los que destacan el proceso de urbanización y el calentamiento global.

    Según un estudio publicado en Nature5, la población urbana mundial que sufrirá escasez de agua pasará de 933 millones en 2016 a entre 1.700 y 2.400 millones en 2050 (es decir, de un tercio de la población urbana mundial a casi la mitad). Se prevé que el número de grandes ciudades expuestas a la escasez de agua aumente de 193 a 284, incluido de diez megaciudades a veinte. Estas cifras se dan en un contexto en el que, entre 1950 y 2020, la población urbana mundial pasó de 800 millones a 4.400 millones, con la perspectiva de alcanzar los 6.700 millones en 2050 (más del 68% de la población mundial)6. Este proceso de urbanización tiene lógicamente implicaciones enormes para el agua: aumento y concentración de la demanda para usos domésticos e industriales en particular, cambios en los ciclos hidrológicos (aumento de las superficies impermeables y supresión de la vegetación como consecuencia del desarrollo urbanístico), deterioro de la calidad del agua debido a la naturaleza de los residuos industriales y domésticos, etc. Junto con la intensificación de la agricultura, la artificialización de la tierra está teniendo un efecto perjudicial sobre la infiltración del agua y la recarga de las aguas subterráneas7.

    Al mismo tiempo, el calentamiento global está contribuyendo activamente a aumentar la presión sobre el agua. El creciente número de fenómenos meteorológicos extremos (inundaciones, huracanes, sequías, etc.) tiene el efecto particular de empeorar la calidad de las fuentes de agua, agravando así el estrés hídrico8. Dado que aumenta la evaporación y altera la distribución, la cantidad y la calidad del agua disponible, el aumento de la temperatura de la Tierra también está provocando cambios en el propio ciclo del agua9. Se trata de cambios importantes que repercuten tanto en las personas como en los ecosistemas y las actividades industriales. A esto se añade el hecho de que el cambio climático también está influyendo en las necesidades de agua para diversos usos, como el riego.

    Herramientas para abordar los problemas asociados al estrés hídrico

    ¿Cómo podemos hacer frente a este desafío calve para el futuro de la humanidad? Puede apostarse por muchas soluciones para limitar el estrés hídrico. Este desafío global y polifacético requiere la coordinación entre los actores públicos (a nivel estatal, regional y la mayoría de los locales) y los actores privados que pueden cambiar sus prácticas para reducir su consumo de agua, o incluso desarrollar soluciones innovadoras para actuar sobre las causas de los problemas.

    En un momento en que el sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) se refiere directamente al agua, la ONU celebró una gran conferencia mundial sobre el tema en marzo de 2023. En la conferencia se hizo hincapié en un dato clave: para garantizar el acceso al agua potable para todos en 2030, habría que multiplicar los niveles actuales de inversión.

    Desde una perspectiva más regional, en Europa, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha avanzado la cifra de 90.000 millones que la Unión Europea tendrá que invertir11 de aquí a 2030 para garantizar una distribución uniforme de los recursos hídricos, combatir el estrés hídrico y reducir las fugas de las redes de distribución. Más de dos tercios de las zonas urbanas que sufren estrés hídrico podrían paliar la situación invirtiendo en sus infraestructuras12.

    Entre las soluciones disponibles están las basadas en la naturaleza: restaurar los cursos de agua y los humedales, mejorar la resiliencia ante fenómenos meteorológicos extremos, etc. Hay verdaderos motivos para la esperanza, como demuestran los proyectos de fondos apoyados por la Agencia Francesa para el Desarrollo (AFD). Dos ejemplos de éxito13: en Qixian (China), la utilización de plantas acuáticas para filtrar las aguas residuales de la ciudad y suministrar agua a los humedales, y cerca de Dakar (Senegal), la protección de los recursos hídricos y la mejora de la recarga de las aguas subterráneas mediante soluciones basadas en la naturaleza (recarga de las aguas subterráneas con la rehabilitación de cuencas de retención, reforestación, cordones de piedra, pequeños diques filtrantes, etc.). Otra herramienta clave es la transición de la agricultura convencional a la agroecología, es decir, la introducción de prácticas (cobertura del suelo, agrosilvicultura, etc.) que limiten el impacto de la aridez en la producción.

    En las zonas urbanas, ya existe un amplio abanico de soluciones para combatir la escasez de agua: explotar las aguas subterráneas, aumentar el almacenamiento de agua en embalses, trasvasar agua entre cuencas o mejorar la eficacia del uso del agua. A medida que el agua se vuelve cada vez más escasa, surgen una serie de tecnologías prometedoras para filtrar el agua, pero no solo para eliminar los contaminantes y allanar el camino para la reutilización de las aguas residuales, las aguas negras e incluso el agua de mar. Tecnologías de desalinización, sistemas de riego inteligentes, gestión de aguas residuales, almacenamiento de agua de lluvia, modelización... De forma más general, la innovación puede ser una herramienta esencial para aportar soluciones sostenibles.

    Más allá de estas soluciones, desarrolladas por actores punteros —que deberán beneficiarse de inversiones masivas—, todas las organizaciones las que deben transformar su forma de gestionar el agua y el impacto que tienen sobre ella. En este sentido, cabe destacar que la Directiva relativa a los informes de sostenibilidad de las empresas (CSRD), que entrará en vigor el 1 de enero de 2024, obliga a las grandes empresas europeas a informar sobre toda una serie de indicadores relativos a su uso del agua (consumo, extracciones, vertidos, utilización de los recursos marinos, etc.). Una prueba más de la realidad de una toma de conciencia que cada uno, a su nivel, debe contribuir a plasmar en acciones.

    1. http://wrsc.org/attach_image/global-water-consumption-1900-2025
    2. https://www.wri.org/insights/highest-water-stressed-countries
    3. https://www.wwf.fr/sites/default/files/doc-2023-09/Water%20scarcity_report_v7.0.pdf
    4. https://donnees.banquemondiale.org/indicateur/ER.H2O.FWAG.ZS
    5. https://www.nature.com/articles/s41467-021-25026-3 
    6. Naciones Unidas (ONU). 2018. Perspectivas de la urbanización mundial: revisión de 2018. https://population.un.org/wup/ (2018).
    7. https://www.wwf.fr/nos-champs-daction/secheresse-comprendre-pour-agir 
    8. https://www.unicef.org/stories/water-and-climate-change-10-things-you-should-know 
    9. https://www.ucsusa.org/resources/water-and-climate-change
    10. https://www.letemps.ch/monde/penuries-deau-se-generalisent-lonu-craint-une-crise-mondiale-imminente 
    11. https://www.oecd.org/environment/financing-water-supply-sanitation-and-flood-protection-6893cdac-en.htm
    12. https://www.nature.com/articles/s41467-021-25026-3 
    13. https://www.afd.fr/fr/actualites/3-projets-innovants-pour-preserver-les-ressources-en-eau 

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