Retos demográficos y sociales

India los datos de una nueva 

«Amrit Kaal», edad de oro en sánscrito, parece ser la expresión adecuada para describir la fase en la que se encuentra la economía india. La India parece inmune a la desaceleración mundial y su dinamismo está atrayendo, y con razón, la atención de los inversores internacionales, haciendo que las acciones locales se disparen.

Publiado el 07 marzo 2024

CPRAM

Bastien Drut,

Responsable de Estudios y Estrategias, CPRAM

Jean-Thomas Heissat,

Estratega, CPRAM

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Entre mayo de 2020 y enero de 2024, el MSCI India registró una rentabilidad anualizada del 26,7%, el doble que el MSCI World y casi cinco veces más que el MSCI EM. Más allá de las cifras económicas, el «revuelo» indio también se vio reforzado en 2023 por varios acontecimientos importantes: India acogió el G20, se convirtió en el país más grande del mundo por población y en el cuarto mercado de valores, e incluso envió una sonda a la Luna.

Con la previsión del banco central de que alcanzará el 7% este año, el crecimiento del PIB indio sigue muy fuerte e incluso se ha acelerado en los últimos trimestres. Según el FMI, el crecimiento del PIB indio debería mantenerse estable entre el 6,5% y el 7% durante los próximos años, muy por delante de las demás grandes economías. La fortaleza de la economía india es el resultado de una serie de factores estructurales (demografía, fase de desarrollo, grandes reformas) y de la eficacia de la política económica aplicada en los últimos años. Gracias a la aplicación de planes masivos (infraestructuras, digitalización), la acción del Gobierno ha permitido a la inversión compensar el débil impulso del consumo y, en última instancia, estabilizar el crecimiento en niveles elevados. A medio plazo, la caída de la inflación y la próxima flexibilización monetaria deberían revitalizar la demanda interna y permitir el necesario reequilibrio entre los poderes públicos y el sector privado. La India también va a seguir reforzando su presencia internacional, como demuestra el anuncio de triplicar sus exportaciones de aquí a 2030.

En este artículo vamos a explicar con detalle estos puntos clave, separando en la medida de lo posible las megatendencias en juego de los desarrollos más cíclicos. Sin poner en tela de juicio este escenario halagüeño, también destacaremos las fragilidades de la economía india, como su mercado laboral, su elevada exposición a los precios de las materias primas y su exposición al riesgo climático. También hay que señalar que, a pesar de su dinamismo económico, el PIB per cápita de la India sigue siendo relativamente bajo comparado con el de otras economías. Por último, la sociedad india sigue siendo muy desigual (la tasa de alfabetización es sólo del 76%) y muy fragmentada (la probabilidad de que dos personas al azar hablen el mismo idioma es solo del 36%).

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¿«Make in India» o la nueva China?

Lanzada en 2014, la iniciativa «Make in India» es una de las señas de identidad de la política económica proactiva de Modi. Su objetivo es impulsar la producción en el sector de actividad industrial, reducir su dependencia de las importaciones y atraer la inversión extranjera. La iniciativa ha adquirido una dimensión particular en los últimos tiempos, cuando muchos actores se plantean diversificar sus cadenas de suministro. Este cambio hacia un enfoque «China +1» ha quedado ilustrado por una serie de anuncios emblemáticos, como las nuevas capacidades de producción de baterías de Apple y su proveedor Foxconn, un proyecto de inversión anunciado en 1.500 millones de dólares.

 Durante la última década, las autoridades indias han sentado las bases de este éxito mediante una política decidida de reformas a gran escala (impuesto sobre bienes y servicios) destinadas a formalizar, unificar y simplificar la economía. Al mismo tiempo, se han desplegado inversiones públicas masivas para modernizar las infraestructuras del país (Política logística nacional), otro freno histórico a su competitividad. Además de esta labor fundamental, el programa de PLI (incentivos ligados a la producción) adoptado en 2020 espera acelerar el desarrollo de 14 sectores clave, entre los que se encuentran la automoción, la industria farmacéutica y las energías renovables. Además de crear importantes puestos de trabajo, esta política industrial debería consolidar.
El ascenso de India en el comercio mundial: las autoridades indias aspiran a triplicar las exportaciones de bienes y servicios de aquí a 2030.

Pero a pesar de los esfuerzos de las autoridades por impulsar el sector manufacturero, la economía india sigue muy centrada en los servicios. Es más, un modelo de desarrollo «al estilo chino» (con gran uso de materias primas y fuerte impacto para el medioambiente) es impensable en el caso de la India, sobre todo porque es probable que la inversión extranjera se mantenga a una escala mucho menor que la registrada por China en el pasado. Por último, la estructura social y las rigideces administrativas de la India (aunque reducidas) no favorecen el desarrollo de megafábricas, como ocurre en China. Aunque la India no está destinada a convertirse en «la nueva China», los profundos cambios que está experimentando exigen una economía gradualmente más diversificada e integrada a nivel mundial.

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