La explosión de la desigualdad en todo el mundo: soluciones a debate
En la actualidad, todo el mundo está de acuerdo: la desigualdad crece en todas las partes del planeta. Esta situación está siendo causa de fuertes tensiones sociales, con un probable impacto negativo sobre el crecimiento económico. A continuación, presentamos una visión general de los enfoques que podrían revertir esta tendencia.
Publicado el 03 abril 2020
A principios de 2019, 26 multimillonarios poseían la misma riqueza que el 50% de la población mundial con menos recursos, es decir que 3.800 millones de personas1. El año anterior, ya eran 46 los que poseían esa misma proporción. Estos datos revelan la explosión de desigualdad en nuestra era. “Vivimos en un mundo caracterizado por una concentración extrema de las rentas, e incluso en mayor medida de la riqueza personal (acciones, activos inmobiliarios, bonos del Tesoro, etc.),” afirma Lucas Chancel, codirector del Laboratorio sobre la Desigualdad Global en la Escuela de Negocios de París. “Y esta concentración no ha parado de crecer desde 1980.” Durante este período, el crecimiento de las rentas del 1% más rico de la población mundial ha duplicado al del 50% con menos recursos– mientras que las rentas de la clase media se han estancado o dismunido2.
Esta creciente desigualdad en la distribución de la riqueza tiene un impacto significativo sobre las sociedades a nivel mundial. Las protestas de los “chalecos amarillos” en Francia son un reflejo de la frustración y de la tensión social que se están propagando por los cinco continentes. José María (“Chema”) Vera, Director Ejecutivo interino de Oxfam International, destaca tres consecuencias principales de dicha situación. “La primera de todas, la justicia social se ha visto afectada: cuanto más crece la desigualdad, más se dificulta la erradicación de la pobreza extrema. Además, también produce efectos negativos sobre la democracia, ya que provoca una fractura de la cohesión social. Por último, el crecimiento de la desigualdad está inevitablemente ligado a las dificultades que se nos están planteando en la lucha contra el cambio climático.” Los Gobiernos necesitan en consecuencia encontrar soluciones a estas tres amenazas importantes.
La teoría del derrame (“trickle-down”)
Entonces, ¿cómo podemos mejorar la justicia social? La solución liberal se conoce como el efecto derrame. La idea consiste en que la reducción de impuestos a las personas con mayores recursos y a las grandes compañías fomenta el desarrollo económico, generando de esta forma un efecto filtración a través de todos los estratos de la sociedad. El Canciller alemán Helmut Schmidt resumió esta teoría con la célebre frase “los beneficios de hoy son las inversiones de mañana, las cuales a su vez crearán los puestos de trabajo de pasado mañana.” Este enfoque sigue aplicándose en la actualidad en Estados Unidos y, en menor medida, en Francia. Aunque sigue siendo una teoría preeminente entre los círculos de poder, su validez choca actualmente contra el incremento de la desigualdad en aquellos países en los cuales se ha adoptado.
Régimen fiscal progresivo y global
En el extremo opuesto del espectro encontramos el enfoque keynesiano de la redistribución de la riqueza. Autor de un ‘bestseller’ mundial, “El Capital en el siglo XXI”3, Thomas Piketty es considerado como un economista experto en la materia. Su tesis es que el capitalismo es una máquina diseñada para generar desigualdad. La prueba de ello es que, a largo plazo, y al margen de períodos de guerra que tienen el efecto de estimular el crecimiento económico, la rentabilidad del capital ha sido siempre superior a la tasa de crecimiento económico. Tal circunstancia solamente puede conducirnos hacia una mayor desigualdad. Para corregir esta tendencia, Piketty propone la intervención de los Estados estableciendo una fiscalidad progresiva y mundial (europea en una primera fase) sobre el capital.
En todas partes del mundo, los Gobiernos están aplicando un enfoque similar y haciendo de las políticas de redistribución de la riqueza un instrumento esencial para fomentar el crecimiento, constituyendo este tema el centro del debate en las primarias del Partido Demócrata de Estados Unidos en 2020. Elizabeth Warren y Bernie Sanders, en particular, consideran ambos la política fiscal como una herramienta clave para abordar la justicia social. Warren sugirió la aplicación de un impuesto sobre la riqueza al 0,1% de los americanos más ricos. Durante un período de 10 años, este impuesto repercutido a unos 75.000 hogares permitiría al Gobierno de EEUU recaudar un total de 2,75 billones de dólares. Asimismo, Sanders propuso la aplicación de un tipo del impuesto de sucesiones de hasta el 77% a las familias más ricas, así como impuestos sobre las transacciones financieras que podrían generar una recaudación de 2,4 billones de dólares en un período de 10 años.
No obstante, en un mundo globalizado, la intervención a un nivel estrictamente nacional parece que sería insuficiente. José María (“Chema”) Vera destaca el hecho de que “las compañías se están convirtiendo en organizaciones globales y han dejado de estar ligadas a instituciones nacionales. Están ganando poder y cada vez hay menos transparencia.” Su respuesta a esta situación es el “multilateralismo, los Gobiernos deberían acordar un nivel mínimo de fiscalidad global.”
Educación, sanidad y cambio climático
La idea es tener suficiente apalancamiento financiero para invertir en los principales problemas del futuro, y hacerlo de tal forma que se ayudase especialmente a los menos favorecidos. “Aquellos que más se han beneficiado del crecimiento durante los últimos 40 años, que básicamente significa los más ricos, deberían pagar más impuestos para financiar la inversión a largo plazo,” explica Lucas Chancel. “Esto ´supondría aplicar un sistema fiscal más equitativo, mejor distribuido y más progresivo.” La prioridad sería realizar inversiones públicas masivas en educación, sanidad y en la lucha contra el cambio climático. “Estas elecciones beneficiarían a toda la sociedad, pero sobre todo a los más modestos, los cuales podrían sentir de nuevo que pueden lograr cosas, y sentirse también partícipes del juego económico y social.”
Además de crear una sociedad más equitativa, reducir la desigualdad de rentas seguramente estimularía el crecimiento económico. A este respecto, cabe destacar que el problema de la desigualdad forma ya parte de la agenda del Foro Económico Mundial de Davos4. Varios estudios de investigación de la OCDE5 concluyen que la reforma del mercado de trabajo y de la fiscalidad, junto con una oferta educativa de calidad, estimularían el crecimiento del PIB y reducirían la desigualdad de rentas. Obviamente, tales esfuerzos serían aún más visibles si se coordinaran a escala mundial.
Notas —
1. ‘¿Bienestar público o beneficio privado?’ Informe Oxfam, 2019.
2. “World Wealth and Income Database report”, 2017.
3. Publicado por Editions du Seuil (en francés) 2013 y Harvard University Press (en inglés), 2014.
4. http://reports.weforum.org/global-risks-2015/part-1-globalrisks-2015/introduction/?doing_wp_cron=1574352260.1345489025115966796875
5. https://www.oecd.org/economy/public-finance/lessincomein equalityandmoregrowth-aretheycompatible.htm.