Desafíos ambientales

La transición climática también requiere una transición tecnológica

La industria, el transporte, la construcción y la agricultura consumen directa o indirectamente (a través de la electricidad) combustibles fósiles y emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero (GEI), responsables del calentamiento global. 

Publicado el 16 mayo 2024

CPRAM

Christian Lopez

Supervisión de inversiones sostenibles, CPRAM

LinkedIn
Twitter
Facebook
Email
Enlace

Por consiguiente, para lograr reducir las emisiones a escala global, hemos de evitarlas cambiando las tecnologías, o bien capturarlas y almacenarlas permanentemente en el suelo o reciclarlas de manera química.
La necesidad de aplicar nuevas tecnologías para apoyar la transición climática es, por tanto, muy real. Además, el aumento de las temperaturas medias, acompañado de catástrofes naturales más frecuentes y más intensas, también nos obliga a adaptarnos a este cambio climático actual.

En primer lugar, ¿cómo podemos evitar las emisiones de gases de efecto invernadero?

Para evitar una parte importante de estas emisiones, resulta fundamental reducir la dependencia de los sectores que emiten más combustibles fósiles mediante el despliegue de nuevas tecnologías.

La principal solución es generar más electricidad a partir de energías renovables (hidroeléctrica, solar, eólica, etc.) o nuclear (EPR, SMR, MSR). Sin embargo, dado que las energías renovables son intermitentes, también es necesario desarrollar tecnologías de almacenamiento de electricidad (baterías, hidrógeno, sales fundidas, etc.). Por último, habrá que desarrollar y gestionar la red eléctrica para adaptarla a estos cambios, tanto en tierra (Iberdrola) como en el mar (Prysmian).

Por otra parte, será esencial adaptar los procesos industriales con grandes emisiones. En la industria siderúrgica, por ejemplo, ya se utilizan hornos eléctricos para reciclar la chatarra, y pronto podremos evitar el uso de carbón siderúrgico gracias a nuevas tecnologías como la reducción directa del mineral de hierro con hidrógeno: esta es la decisión que ha tomado toda la industria siderúrgica alemana con la ayuda de 7.000 millones de euros del Estado respaldada por la Comisión Europea. Para poner en práctica esta decisión, las empresas siderúrgicas utilizarán grandes cantidades de hidrógeno limpio obtenido principalmente por electrólisis del agua: ThyssenKrupp y SHS acaban de lanzar dos licitaciones históricas (unas 200.000 toneladas al año). Otro ejemplo es la industria química, que también está empezando a descarbonizar la producción de amoniaco, fertilizantes (Yara) y metanol (OCI Global, Oersted) utilizando hidrógeno limpio.

En el transporte ligero, los motores de combustión están siendo sustituidos gradualmente por motores eléctricos conectados a baterías. Al igual que las turbinas eólicas, estos motores eléctricos dependen de imanes permanentes producidos principalmente en China a partir de tierras raras. En el transporte pesado, el consenso y la reglamentación se orientan hacia la utilización gradual de carburantes sostenibles, a veces fabricados a partir de hidrógeno limpio (parafina limpia para los aviones, metanol limpio o amoniaco para los barcos).

¿Qué sucede con la calefacción de los edificios? Podríamos dar prioridad a las tecnologías geotérmicas en las ciudades, o a las bombas de calor termodinámicas en las viviendas particulares para mejorar la eficacia de su consumo eléctrico.

Por último, la agricultura y la gestión de residuos siguen siendo grandes desafíos en cuanto a las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero muy nocivo en 20 años.

Los gobiernos suelen apoyar a las empresas en estos cambios. En China existe un apoyo masivo, especialmente a los vehículos eléctricos. Estados Unidos ha reaccionado con la Ley de reducción de la inflación (IRA) en 2022 y Europa con la Ley sobre la industria de cero emisiones netas (NZIA), que selecciona especialmente las tecnologías estratégicas. En Europa, la paulatina desaparición de las cuotas gratuitas de carbono para las actividades de altas emisiones y la introducción de un impuesto sobre el carbono en las fronteras también favorecerán la transición.

Sin embargo, la aplicación de estas tecnologías es muy desigual: muy rápida para los módulos solares o las baterías de los vehículos eléctricos (con la oferta china) y mucho más lenta de lo previsto para el hidrógeno, debido sobre todo a retrasos o a una financiación pública insuficiente.

    En segundo lugar, ¿cómo podemos gestionar las emisiones de gases de efecto invernadero?

    Actualmente, no siempre resulta posible evitar las emisiones de determinados procesos industriales, por lo que tenemos que aprender a gestionarlas.

    Decenas de fabricantes europeos de cemento, como Heidelberg Materials, han emprendido proyectos para capturar, transportar y almacenar su CO2 en Europa y Estados Unidos. También se están desarrollando proyectos similares próximos a los centros de producción de hidrógeno o amoniaco a partir de gas natural (Exxon en Texas o en los Países Bajos), proyectos que compiten con los de electrólisis del agua en dos criterios clave: el precio y las emisiones de carbono. Requieren tecnologías de captura en plantas industriales y técnicas de almacenamiento geológico, a menudo en el fondo del mar.

    Algunos fabricantes también están iniciando proyectos de reciclaje del CO2 capturado para producir emetanol (Oersted, Siemens Energy) o metanol sostenible a partir de biomasa (OCI global) con el fin de descarbonizar el transporte marítimo. Recientemente, ocho fabricantes pusieron incluso en marcha una coalición para reciclar el CO2 en gas natural sintético con el fin de conservar la infraestructura mundial de gas existente.

    Además de los procesos de captura de CO2 en plantas industriales, se han puesto en marcha numerosas iniciativas para capturar CO2 directamente del aire (Carbfix en Islandia) o directamente del océano (Equatic).

    Por último, como no basta con hacer declaraciones, empresas, gobiernos y ONG han puesto en marcha proyectos para controlar las emisiones de GEI. Numerosas observaciones por satélite han revelado fugas masivas de metano, sobre todo en las prospecciones de petróleo y gas. Recientemente se ha puesto en órbita el satélite MethaneSat, que pronto difundirá datos precisos y gratuitos sobre las emisiones de metano a través de Google. Estados Unidos prevé incluso imponer este año sanciones a las fugas de metano del sector del petróleo y el gas (900 dólares por tonelada).

    Por último, ¿cómo podemos adaptarnos al cambio climático?

    Nuestras enormes emisiones, acumuladas durante décadas, ya están produciendo sus efectos, tal y como prevén los científicos: aumento de la temperatura del aire y de los océanos, deshielo, subida acelerada del nivel del mar, aumento de la frecuencia e intensidad de las catástrofes naturales, etc. Los esfuerzos para reducir los gases de efecto invernadero deben continuar, pero irán acompañados inevitablemente de medidas de adaptación al cambio climático. Por ejemplo, las sequías cada vez más frecuentes están acelerando la demanda de desalinización de agua de mar, que a menudo combina la ósmosis inversa y las tecnologías de energías renovables. Estas sequías ya han repercutido en el transporte fluvial (Rin, Misisipi) y marítimo (canal de Panamá). Estas sequías y la necesidad de proteger la biodiversidad también están promoviendo el desarrollo del reciclaje de aguas residuales.

    Además, Google ofrece tecnologías de inteligencia artificial para predecir inundaciones en más de 80 países, incluida la India. Otras empresas ofrecen soluciones similares para la detección precoz de incendios forestales.

    Sin embargo, para adaptarnos eficazmente al cambio, también necesitamos entenderlo mejor. Por tanto, la investigación científica en este ámbito es fundamental, sobre todo para prepararnos para futuros puntos de inflexión.

      Para concluir, ¿qué está en juego con estas inversiones?

      En 2023, se habrán invertido más de 1,7 billones de dólares en todo el mundo en tecnologías de apoyo a la transición climática (fuente: Bloomberg NEF, a 30 de enero de 2024), lo que ya ha contribuido a reducir significativamente el crecimiento de las emisiones de GEI en 2023 (fuente: AIE, a 1 de marzo de 2024). Además, estas tecnologías contribuirán a hacer más creíbles los planes de transición climática de las empresas, cada vez más exigidos por los inversores (requisito para que los fondos obtengan la certificación de ISR francesa en 2026). Sin embargo, estas inversiones siguen estando repartidas de forma muy desigual por países y sectores.

      En CPRAM, ya estamos prestando especial atención a la inversión en activos fijos (CapEx)1, a la cantidad de carbono evitado/almacenado/reciclado y a la financiación de los proyectos, además de vigilar la trayectoria de descarbonización de las empresas y su viabilidad económica. También tratamos de entender mejor el cambio climático y seguimos de cerca las nuevas tecnologías climáticas para nuestras inversiones.

        1. Tendencias y previsiones de las emisiones netas totales de gases de efecto invernadero en Europa, 2023. Agencia Europea de Medio Ambiente.

          Para leer también