Retos demográficos y sociales

Menor crecimiento de la población mundial

Publicado el 07 junio 2024

cpram

Bastien Drut,
Jefe de Estudios y Estrategia - CPRAM

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Aumento histórico en el siglo XX 

La población mundial registró un aumento histórico en el siglo XX. Mientras que en el año 1900 solo había 1.600 millones de habitantes en la Tierra, en 1950 había 2.500 millones, por algo más de 6.000 millones en 2000 y 8.000 millones en 2023.

Esto se debe a que la humanidad ha atravesado una fase de «transición demográfica», que el Instituto Nacional de Estudios Demográficos de Francia define como «el paso de un régimen tradicional en el que la fecundidad y la mortalidad son elevadas y están más o menos en equilibrio, a un régimen en el que la natalidad y la mortalidad son bajas y también están en equilibrio».

El descenso de la tasa de mortalidad precedió al de la tasa de fecundidad, lo que llevó automáticamente a un fuerte aumento de la población mundial. 

La población mundial creció con mayor rapidez en las décadas de 1950 y 1960, con aumentos anuales de alrededor del 2%.

A partir de principios de la década de 1970, el crecimiento de la población mundial se ralentizó a lo largo de las décadas, volviendo a situarse en torno al 1% anual a finales de la década de 2010. 

¿A qué obedece la fuerte aceleración del crecimiento de la población mundial en las décadas de 1950 y 1960, seguida de una ralentización de la tendencia? 

Después de la II Guerra Mundial se produjo un fuerte aumento del número de nacimientos, en un momento en el que la mortalidad infantil estaba cayendo en picado, así como los avances médicos que permitían a la gente vivir más tiempo.

El número de hijos por mujer, que alcanzó una media de unos 5 en las décadas de 1950 y 1960 a nivel mundial, empezó descender, hasta situarse en torno a los 2,5 en la década de 2010, con grandes variaciones entre continentes (más de 4 en África, pero aproximadamente entre 1,5 y 1,6 en Europa y Norteamérica).

En los últimos diez años aproximadamente, la mortalidad en los países ricos, pero también en China, ha aumentado considerablemente, dado que las personas nacidas en la década de 1950 han superado los 60 años. Las diferentes secuencias de la «transición demográfica»  pueden verse, por ejemplo, en el caso de Francia. 

La incertidumbre sobre la futura evolución de la población mundial 

    En sus previsiones demográficas para cada país, Naciones Unidas formula varios escenarios sobre la fecundidad, la mortalidad y la migración internacional. En su escenario de referencia (es decir, la trayectoria media entre cientos de simulaciones), Naciones Unidas espera que la población mundial siga creciendo, pero a un ritmo mucho menor que en el siglo XX2 : la población mundial solo aumentaría un 0,5% al año hasta 2050 y estaría cerca del estancamiento alrededor del año 2100, en torno a los 10.400 millones de habitantes (alcanzando su máximo en 2086). En su escenario de «baja fecundidad», la población mundial rozaría los 9.000 millones en 2050, pero no superaría esta marca, retrocediendo hasta los 7.000 millones en 2100.  

      Sin embargo, las previsiones demográficas están llenas de incertidumbres. Pronosticar incorrectamente los cambios en la tasa de fecundidad, incluso por un pequeño margen, puede dar lugar a errores importantes en las previsiones demográficas a largo plazo. Sin embargo, en los últimos años, las tasas de fecundidad han sido regularmente sorprendentes en un gran número de países (a menudo se habla de un baby bust). Para hacernos una idea de la incertidumbre de las previsiones, Naciones Unidas apunta a una población mundial de casi 11.000 millones en 2100 en el conjunto de previsiones publicadas en 2019. Un estudio3 publicado en The Lancet en julio de 2020 estimaba que las tasas de fecundidad disminuirían de forma más acusada y que la población mundial marcaría máximo en 2064 con 9.700 millones y descendería a partir de entonces. 

        Las epidemias, por naturaleza imprevisibles, y las guerras pueden distorsionar las previsiones, pero también podemos pensar en las consecuencias del cambio climático y la disminución de la biodiversidad. 

          Sea como fuere, es muy probable que el crecimiento de la población mundial en las próximas décadas sea muy inferior al de la segunda mitad del siglo XX. En el escenario de referencia de Naciones Unidas, el crecimiento de la población mundial de aquí a 2050 será similar al registrado a finales del siglo XIX y principios del XX. 

            Estrecho vínculo entre el crecimiento del PIB mundial y el crecimiento de la población mundial

              La teoría económica sostiene en general que el crecimiento de la actividad que puede alcanzarse a largo plazo (el famoso «crecimiento potencial») depende de la disponibilidad del factor trabajo (número de personas disponibles para trabajar), de la disponibilidad del factor capital (equipos y edificios) y de la productividad de estos factores. Desde el punto de vista empírico, a muy largo plazo, podemos ver que el vínculo entre el crecimiento de la población mundial y el crecimiento de la actividad económica es muy estrecho. 

                En los siglos anteriores a la revolución industrial, es decir, en general antes del siglo XIX, el crecimiento de la población mundial y el crecimiento del PIB mundial se situaron en niveles muy bajos. Ambas variables marcaron su máximo en las décadas de 1950 y 1960, con un crecimiento anual de la población mundial de alrededor del 2% y del 5% del PIB mundial. A partir de entonces, el crecimiento descendió gradualmente. 

                  Con la ralentización de la población mundial, que probablemente tocará techo y descenderá en las siguientes décadas, es probable que el crecimiento mundial sea menor en las décadas de 2020, 2030 y 2040 que en la segunda mitad del siglo XX. Esto tendrá repercusiones importantes, ya que muchos sistemas económicos, sociales y financieros se basan en la idea de un crecimiento económico sustancial. 

                    Ya en 1937, el economista John Maynard Keynes se preguntaba por las consecuencias económicas de un descenso de la población. Según él, una de las implicaciones evidentes sería que la inversión se reduciría ante la caída de la demanda prevista de bienes y servicios: «En una fase de descenso de la población, la demanda tiende a no alcanzar las expectativas y el exceso de oferta resulta menos fácil de corregir, lo que puede propiciar un entorno pesimista»4. Esta idea se refleja en el concepto de «estancamiento secular», introducido en 1938 por el economista Alvin Hansen5. Esta teoría se refiere al hecho de que, debido a la baja demanda prevista, se tomarían pocas decisiones de inversión, lo que lastraría el crecimiento y provocaría un círculo vicioso. Una de las consecuencias del estancamiento secular es que la inversión sería demasiado débil para absorber el ahorro y los tipos de interés se mantendrían bajos.

                      Es bastante posible imaginar que la ralentización del crecimiento demográfico se vería compensada por una aceleración de la productividad del trabajo, lo que permitiría mantener el potencial de crecimiento. Pero los estudios del especialista en crecimiento Robert Gordon muestran que casi la mitad de la ralentización del crecimiento económico en Estados Unidos durante el período 2006-2016 en comparación con el período 1970-2006 se debió a una ralentización de la productividad6.

                      Dicha ralentización también se ha observado en Europa y Asia. Resulta paradójico que esto suceda en un momento en el que nunca se habían registrado tantas patentes en todo el mundo: las innovaciones recientes parecen haber tenido mucho menos impacto en el crecimiento de la productividad que antes. En un estudio publicado en 20197, la OCDE concluyó que «para aproximadamente la mitad de las regiones de la OCDE, el crecimiento de la productividad no ha bastado para compensar el efecto negativo del envejecimiento sobre el crecimiento del PIB per cápita« y que una de las razones es que «el propio envejecimiento puede tener un impacto negativo sobre el crecimiento de la productividad»: los trabajadores de más edad pueden tener menos incentivos para intentar adquirir nuevas competencias y adaptarse a las nuevas tecnologías.

                      También puede resultar más difícil para los empleados de más edad cambiar de región o de puesto de trabajo, lo que afecta a la calidad del binomio empleador-empleado y hace que el aumento de la productividad resulte menos probable.

                        Tras un aumento histórico en el siglo XX, la población mundial crece ahora a un ritmo cada vez más lento. De hecho, es probable que cada vez se hable más de que la población mundial volverá a tocar techo en un futuro próximo, o incluso que disminuirá. Esto podría provocar una tendencia a la baja del crecimiento mundial, con repercusiones económicas, sociales y financieras de gran calado. 

                          Tendencias de la población total a nivel nacional 

                            A nivel nacional, el crecimiento demográfico depende de dos fenómenos: el saldo natural, que es la diferencia entre nacimientos y defunciones, y la migración neta, que es la diferencia entre el número de personas que entran en el país y el que sale. En los países ricos y en China, el saldo natural actual es muy negativo. Varios países están evitando un descenso de su población total con una migración neta positiva. En el futuro, es probable que los debates relacionados con la migración cobren mucha más importancia. 

                            De hecho, el tamaño de la población ya ha descendido en varios países durante la década de 2010. Por ejemplo, la población total de Japón cayó en 2023 por decimotercer año consecutivo. La población de Italia disminuyó por noveno año consecutivo. Pero es en Europa del Este donde la población ha registrado un descenso más acusado (desde mediados de la década de 1990). En 2022, Naciones Unidas estimó que la población disminuiría al menos un 1% de aquí al año 2050 en 61 países.

                            Para un gobierno, el descenso de la población agrava los problemas presupuestarios, ya que hay menos población activa para hacer frente al gasto público. Es probable que el gasto en pensiones y sanidad aumente a medida que la población envejezca. El descenso de la población también puede causar problemas a la planificación regional, ya que suele agravarse en las zonas rurales. En este caso, pueden observarse una serie de fenómenos: cierre de escuelas, caída de los precios inmobiliarios, cierre de centros sanitarios, cierre de centros deportivos y culturales, descenso del volumen de negocios en los comercios, menor número de nuevas empresas, mayores distancias recorridas para acceder a las infraestructuras. 

                            1. Alta tasa de natalidad y alta mortalidad que se compensan entre sí → alta tasa de natalidad y baja mortalidad → tasa de natalidad y mortalidad relativamente bajas que se compensan entre sí.
                            2. Naciones Unidas
                            3. Vollset et al. (2020), Fertility, mortality, migration, and population scenarios for 195 countries and territories from 2017 to 2100: a forecasting analysis for the Global Burden of Disease Study, The Lancet.
                            4. Keynes J.M., 1937, “Some Economic Consequences of a Declining Population”.
                            5. Hansen A., 1939, « Economic progress and declining population growth”, American Economic Review.
                            6. Gordon R., 2018, “Why has Economic Growth Slowed when Innovation appears to be acceleration?”, NBER working paper N°24554.
                            7. OCDE, 2019, “Ageing and productivity growth in OECD regions: Combatting the economic impact of ageing through productivity growth?”, OECD Regional Development Working Papers 2019/08.

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